I. LAS MARAVILLAS DEL MAR
EL AGUA, elemento vital para el hombre desde la prehistoria, fue determinante para el desarrollo de sus formas de vida. Así, los primeros grupos humanos tuvieron que asentarse en las márgenes de ríos y lagos a fin de asegurar su sobre vivencia
Antes de que se lograra aprovechar en mayor medida los inmensos recursos del mar, el progreso del hombre, siempre limitado, sólo fue posible junto a las concentraciones de agua dulce. Por consiguiente, el grado de adelanto de los pueblos puede conocerse según la calidad del río o del lago que les daba protección y vida.
Así, junto a un río o lago raquítico surgieron menores e inestables grados de adelanto, mientras que las fuentes de agua caudalosas, ricas y permanentes, favorecieron la evolución de más elevadas civilizaciones, poseedoras de una cultura que, caprichosamente, podríamos llamar fluvial o lacustre.
Pero el hombre, en su inacabable aspiración de progreso y después de que logró el máximo desarrollo al amparo de ríos y lagos, buscó nuevos medios de adelanto y sólo los obtuvo en la medida en que se valió del mar hasta, en ciertos aspectos, dominarlo; es decir, cuando empezó a practicar la pesca de litoral, cuando empezó a ver al mar no como una limitación, sino como un gran camino hacia todas partes, cuando encontró en él un nexo de unión y no una barrera de separación, cuando encontró en el monstruo aparente a un poderoso servidor.
Cuando descubrió que el mar es un amigo, desde el momento en que pudo trasladarse a todas partes y recibir los beneficios de la naturaleza, cuando supo que el mundo no es una inmensa planicie y cuando encontró que la inmensidad del mar es en mucho sujetable a voluntad, el hombre creció y, de un prisionero en la cárcel de sus montañas y sus mares, se convirtió en un ser libre y dueño del mundo.
El mar reúne en su seno un cúmulo de maravillas que ha sido posible conocer mediante el estudio de los fenómenos geológicos que han sucedido a través del tiempo y que explican el origen y la distribución de los océanos en nuestra gran casa, que es la Tierra. Se hablará de uno de esos maravillosos fenómenos.
Recorriendo millones de kilómetros, la energía de los rayos solares, transmitida en diversos grados y formas según la posición del planeta, en sus variantes de día y de noche, y de estaciones en el año, y por la rotación y translación de la Tierra, produce diversos climas, que varían de acuerdo con las épocas y las zonas. Este conjunto de fuerzas y movimientos ocasiona las mareas, así como corrientes de agua que, según su temperatura, son superficiales o profundas. Algunas de esas corrientes van del área central de la Tierra hacia los polos, otras al contrario, y algunas más bordean los continentes. Estas fuerzas y movimientos provocan también corrientes de aire que, dependiendo de la altura, la temperatura y la velocidad, se presentan como suave brisa, o en forma de demoledores y mortales tifones, huracanes, ciclones y tornados.
La evaporación de las aguas de los mares, producida por el calor del Sol, forma las nubes, que son el atemperante de todos los climas y que llevan su mensaje de vida a manera de lluvias hacia la morada del hombre, que son las tierras.
Figura 1. Fenómenos que acontecen en el océano
En las aguas de los mares abundan sustancias de gran utilidad, pero aún falta encontrar la forma práctica de obtenerlas y utilizarlas. Es asombroso, por ejemplo, saber que en una hectárea de mar hay más oro que en una hectárea de una rica mina terrestre. Nuestro amigo gigantesco nos tiene guardados petróleo, piedras preciosas, metales y sustancias químicas muy útiles.
La flora y la fauna del mar forman fantásticos jardines multicolores e integran tanto el prodigioso mundo microscópico, de raras figuras geométricas, como los imponentes colosos, todos de una hermosura incomparable.
Al recordar el aprovechamiento de sus especies, de las cuales el mar es inmenso pero no inagotable productor, se observa el prodigioso orden natural de una escala, o mejor dicho, de una pirámide de seres vivientes llamada por los científicos cadena de alimentación, la cual está constituida por animales tan pequeños y elementales que parecen encontrarse entre los linderos del mundo vegetal y el animal, y que sin embargo son la base fundamental para la existencia de todos los seres con vida. También los majestuosos ejemplares de muchas toneladas forman esa cadena, que ha permitido estudiar las formas de vida y de lucha entre todas las especies.
Con base en estas cadenas de alimentación, el hombre aprovecha infinidad de productos: esponjas, algas, peces y ostras, entre otros tesoros que el mar le ofrece para su subsistencia, y ha creado la industria pesquera, que cuenta con medios de captura, cultivo, distribución y mercadeo. Estos factores han dado origen al actual desarrollo del área pesquera y han permitido contar con mayores perspectivas de progreso. No obstante, en virtud de que el hombre busca cada vez aprovechar un mayor número de recursos marinos, es preciso advertir que la explotación de los mismos debe realizarse racionalmente para no agotarlos.
En un principio, el hombre aprovechaba sin preocupación alguna los productos de la flora y de la fauna terrestre por medio de la recolección y de la cacería. Sin embargo, conforme han aumentado la población y las necesidades, el aprovechamiento de la flora y la fauna ha tenido que desarrollarse hasta llegar a las más perfeccionadas técnicas de la agricultura y la ganadería, aunque también ha tenido que normarse.
Desgraciadamente, en lo que se refiere al mar, se ha llegado a la captura indiscriminada, a la extracción sin normas. Pero mundialmente se ha entendido ya que es preciso respetar las leyes de la naturaleza para no agotar las especies, y se han fomentado diversos programas de cultivo, tanto de fauna como de flora, a fin de garantizar la supervivencia y el incremento de tales recursos, que, por lo demás, son una importante ayuda en la lucha actual por producir alimentos para todos.
Figura 2. Cadena de alimentación
Durante el desarrollo de la humanidad, el mar ha servido como vía de comunicación, ya que el hombre aprendió a aprovechar las características del océano para mover sus embarcaciones, lo que trajo como consecuencia el intercambio cultural y comercial entre los pueblos.
El mar nos proporciona también hermosísimos paisajes, y en los lugares del mundo en donde éstos se encuentran se han establecido centros de esparcimientos y de paseo. Además, el mar ha servido de escenario deportivo: en sus aguas se realizan competencias a remo, regatas, veleros y yates, así como variadas y espectaculares pruebas de natación y buceo.
Ante todas esas maravillas marinas ha nacido una visión futurista: el hombre, no conforme con tener al mar solamente como un inmenso vivero y como vía de comunicación, quiere convertirlo en un lugar que pueda ser habitado permanentemente. Con ese propósito se están haciendo ya pruebas y experimentos.
Para poder aprovechar todas las riquezas oceánicas debemos conocer y respetar las leyes que las protegen. De esta manera se evitará el rompimiento del orden de la naturaleza, y los recursos seguirán siendo, indefinidamente, fuentes no agotadas de alimentos, medicinas, materias primas y de placer para el género humano.
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